Ferdinando. Captítulo V, ( episodio 36) de "El Enigma de Baphomet"
Capítulo V 36 P or la noche subí, sin que nadie me viera, a dormir a la cabaña, y, desde allí, al amanecer, emprendí la marcha. Muy pronto, de la posada de un pueblo, salía una expedición de peregrinos rubios de aspecto franco-germánico, que volvían de Compostela. Trabé conversación hablando por señas, como si fuéramos mudos, acerca del santo; y aceptaron de buen grado mi compañía. Presidía la comitiva un caballo persa cuyo jinete joven enarbolaba un estandarte de Santiago peregrino. Detrás, una carreta desvencijada con yunta de bueyes portaba unas andas sujetando un Cristo con los pies cruzados, excesivamente grandes: “Patrón de los peregrinos”, llegué a entenderles. Hablaban en germánico. Al caballo le llamaban “Ferd” y al que lo montaba “Ferdinandus”. Entre bromas sobre la etimología de su nombre, en la que no se ponían de acuerdo —conversación extraña entre peregrinos—, alternando con silencios y oraciones, llenamos el primer día y llegamos a dormir al lado del puente del Órb...