El mejor sabor de boca que queda después de pronunciar una conferencia, no son, ni mucho menos, los aplausos ni los elogios, casi siempre inmerecidos, ni siquiera el valor en sí de la misma conferencia, que siempre es discutible, sino las nuevas amistades que surgen. Cuando me han invitado a hablar sobre “Realidad y ficción en las novelas históricas” lo hemos pasado todos estupendamente. Ah, y lo mejor de todo, las intervenciones espontáneas de los asistentes al final. CONFERENCIA Señoras y caballeros: (presentación protocolaria clásica) Lo primero que tengo que decir antes de comenzar la charla, es que, aunque a los lectores de mis libros pueda parecerlo, yo no soy un historiador al uso, por eso, cuando tan amablemente me han invitado a compartir este rato con ustedes, he respondido, sinceramente, que no estaba seguro de, si este destacado lugar me correspondería, porque no ha sido mi cometido añadir elementos nuevos a la investigación histórica del Temple. Ha...
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